Tras estas conclusiones surgió una nueva pregunta: ¿por qué no trasladar esos modelos de estimulación ambiental a los seres humanos? Con esta intención, se hicieron algunos estudios controlados buscando probar la influencia del “enriquecimiento" o el manejo de estímulos ambientales sobre la conducta, y sobre el cerebro humano. Así, se encontró, por ejemplo, que los adultos mayores que aprendían el “tango argentino”, arte que combina la interacción social con el ejercicio físico y el desafío mental (aprendiendo los complicados pasos de este baile), tenían mejor capacidad cognitiva y podían realizar mejor las tareas diarias que los del grupo control a los que se les había diseñado un programa de caminatas. También se conocen los beneficios cognoscitivos de las clases grupales de baile, y es posible que otras actividades que impliquen el aprendizaje de diversas habilidades también los tengan. En este sentido, se sugirió que otra práctica muy singular como es el tai chi, realizado como una actividad social, también proporcionaría beneficios semejantes. Más información en: http://www.dana.org/media/detail.aspx?id=7142 http://www.tangoconcepts.com/tango-sharpens-mind.html http://video.google.com/videoplay?docid=8860849292304181293#docid=-3360344466642254655 (Video: Seniors Not Too Old Tango) |